Los científicos han descubierto que, cuando la audición se daña por la exposición prolongada a ruidos fuertes, el cerebro también puede experimentar los efectos. La pérdida de audición inducida por el ruido no solo afecta la audición, sino que también puede afectar la capacidad del cerebro para reconocer el habla.
Se calcula que 26 millones de estadounidenses, o uno de cada cuatro adultos, de entre 20 y 69 años padecen pérdida de audición por exposición excesiva al ruido. Un estudio de la Universidad de Texas en Dallas exploró los efectos de la pérdida auditiva inducida por ruido en la capacidad del cerebro para reconocer los sonidos del habla.
El estudio de laboratorio expuso a dos grupos de ratas a ruidos fuertes durante una hora. Un grupo experimentó 115 decibelios de ruido extremadamente fuerte, cerca del nivel de un martillo neumático. El otro grupo experimentó 124 decibelios de ruido perjudicial, cercano al nivel de sonido de una sirena. El primer grupo terminó con una pérdida de audición moderada, mientras que el segundo tuvo una pérdida auditiva grave.
Un mes después, los investigadores midieron las respuestas neuronales en las cortezas auditivas del cerebro de las ratas, que es donde ocurre la mayoría del procesamiento de sonido. En el segundo grupo con pérdida auditiva grave, las neuronas reaccionaron al habla más lentamente que antes. Tampoco podían distinguir sonidos cuando se les presentaba una tarea conocida.
Los investigadores creen que los oídos son sólo el primer paso para muchas etapas de procesamiento que son necesarias para entender el habla. Los científicos apenas están empezando a entender cómo la pérdida auditiva inducida por el ruido altera el cerebro y dificulta el procesamiento del habla. Se están realizando más investigaciones para comprender cómo la pérdida auditiva altera el cerebro.